martes, 4 de agosto de 2009

Los primeros maestros de nuestros alumnos son los padres.


Hay que tener en cuenta que aunque se aprende a leer en la escuela, los lectores se forman en la familia.

Frecuentemente los padres son impacientes y desean resultados inmediatos.

No hay que esperar a que un niño sepa leer para motivarlo por la lectura.

Leer a de ser en todo caso un premio, nunca debe imponerse como castigo.

A los niños hay que presentarles la lectura como algo divertido.

Un buen lector comienza a formarse cuando todavía no sabe leer, además hay que hacerlo con naturalidad y sin imposiciones.

No hay que dejar en manos del colegio lo que es una tarea de los padres.

A todos nos gustaría que nuestros hijos fueran grandes lectores.

La realidad es que no siempre sucede así.

Para muchos niños leer constituye un aburrimiento o una obligación que les quita tiempo para sus diversiones favoritas.

Con éstas líneas se intenta dar algunas de las pautas en las que deben inspirarse los padres para fomentar el gusto por la lectura de sus hijos.

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